Desde
que leí la célebre frase de un mítico y gran jugador de othello:
"el othello es obsesión", he confirmado a través de dicha
frase y de repasar algunos de los modos de vida de grandes jugadores,
para darme cuenta de que, si bien el othello puede no llegar a ser
una obsesión, sí puede existir cierta relación causal más bien
sostenida en el modo de vida de la sociedad moderna. Las nuevas
tecnologías han transformado la sociedad, y en el caso del othello
lo han dado a conocer pero han supuesto una contradicción permanente
entre lo que es el juego online respecto del presencial. Online
podemos jugar una partida en un minuto sin necesidad de mover, lo
cual lo hace bastante cómodo dada la estructura esencial del volteo
de fichas del juego. Su atractivo visual lo hace un juego también
especial, y viendo que según podemos leer por internet sus
combinaciones de juego posibles son casi las mitad que las del
ajedrez, (10 elevado a 52), no es un juego tan simple como algunos
detractores ajedrecistas han podido afirmar en algún momento. (Es lo
que tiene intentar fomentar el othello entre la comunidad de ajedrez,
le sacan pegas). Pero; ¿causa el othello la obsesión? Mi opinión
es NO, mi opinión es que la obsesión es causada por un estado
mental latente esencialmente depresivo. Bienvenidos a la tercera
parte del Othello y la Obsesión.
A
lo largo de este artículo (o series de artículos) voy a tratar de
enlazar las conexiones entre 4 estados mentales negativos. Los
podemos llamar por sus siglas DAEO. Depresión, Ansiedad, Estrés y
Obsesión. ¿Qué provoca la obsesión? ¿Qué provoca la depresión?
¿Qué provoca el estrés? ¿Qué provoca la Ansiedad? Lecturas de
páginas web psiquiátricas y psicológicas me han ayudado a formarme
una ligera idea al respecto. Estas son algunas de mis conclusiones.
Psiquiátricamente
y con ánimo de simplificar las cosas, podríamos reducir casi
cualquier enfermedad mental al nivel de depresión. Por ejemplo, una
obsesión causada por un trastorno psicótico, podría tener su
fundamento en una depresión subyacente y por tanto no aparente. Tal
vez debemos preguntarnos, en caso de que la vida de dichas personas
fuera "perfecta", (por ejemplo, aunque es bastante burdo,
imaginemos que les toca la lotería y tienen la vida solucionada), si
tendrían en ese caso problemas mentales, si estarían deprimidos o
tendrían brotes psicóticos. Lo cierto es que la depresión en casi
todas sus facetas revela carencias latentes personales en ciertas
personas. Pero sobre todo, se ha demostrado que en la mayoría de
casos de brotes psicóticos, han sido ocasionados posteriormente tras
una situación de estrés. Pongo por ejemplo los brotes psicóticos,
como uno de los trastornos más graves que pueden existir, pero
podríamos estar hablando de cualquier otra conducta insana
mentalmente, y en la mayoría de casos las manifestaciones clínicas
se producen tras estar el individuo sujeto a situaciones graves de
estrés.
Se
ha demostrado hace poco también, que el cerebro humano tiene un
límite respecto del estrés que puede llegar a soportar. Superado
ese límite, el cerebro busca de manera natural e inconsciente cierta
escapatoria, ya bien sea a través del desmayo, en casos repentinos y
terriblemente graves el suicidio, o en la mayoría de casos cuando
ese estrés no es muy traumático pero sí es influcienciado
repetidamente durante el tiempo, en enfermedades mentales asociadas a
la depresión. (No voy a entrar en debatir por ahora en este artículo
sobre aspectos congénitos, ya que no creo que sea algo que se pueda
evitar por lo que no lo considero relevante). Se podría
interpretar, por tanto, que el estrés a largo plazo provoca efectos
negativos para la salud mental. En resumen: el estrés por un
acontecimiento catastrófico en un único día provoca un estado
depresivo constante y evidente, pero el reto es detectar ese estado
depresivo subyacente cuando ese estrés al que nos vemos sometidos se
mantiene de forma regular durante el tiempo. Aquí hay 3 claves a
destacar: 1-Infancia. Como acabo de comentar, el cerebro humano tiene
un límite general de situaciones estresables soportables, si alguien
antes de llegar a la edad adulta ha estado sometido a estas
situaciones, es evidente que de adulto tendrá menos aguante y será
muchos más vulnerable, 2- Quizá debido a lo primero, el cómo se
enfrenta uno a las situaciones de estrés, influyen considerablemente
en el efecto que éste tendrá en su salud mental. Algunas opiniones
postulan que la capacidad de aguante y de enfrentarse a estos
problemas es sustancialmente igual en todas las personas (dado que el
cerebro también lo es, en general por ejemplo a todos nos provoca
felicidad o placer las mismas cosas, por lo que es lógico que
también nos causen tristeza o desasosiego las mismas), de manera que
los únicos factores diferenciales serían la educación dada, las
posibles escapatorias sociales, la inteligencia (que de nuevo depende
de la educación), el tiempo de sometimiento al estrés y el entorno
familiar y social. Y 3- Situaciones de estrés separadas durante
suficiente tiempo permiten una situación menos grave de la posible
dolencia. De alguna manera al menos lo que entiendo es que la lesión
mental se asimilaría a una lesión física, por lo que transcurrido
un plazo de tiempo, dicha lesión mental se curaría, a pesar de que
subsistiría la cicatriz. Otros factores que influyen sin duda son
las drogas, (el alcohol por ejemplo es una droga considerada
depresiva), en general sustancias que alteren la base neuronal
(estupefacientes, drogas ilegales, etc), afectan de manera
multiplicativa a todos los posibles efectos negativos de la
depresión.
De
aquí podemos deducir que ciertas condiciones de trabajo pueden ser
negativas para la salud, como se ha probado. Jornadas laborales de
más de 12 horas, con un trabajo constante y continuado, conllevan
lógicas consecuencias negativas para la salud. El estrés puede
llegar antes que la depresión, pero en mi opinión la depresión va
incluso por delante. Si bien el estrés constante puede
desencadenarla, la situación de tristeza interior catapulta
definitivamente el estrés. De nuevo por poner un ejemplo: Si tenemos
una jornada laboral de 12 horas pero en las demás facetas de la vida
nos va bien, (somos felices) es muy poco probable que se desencadene
una situación depresiva. En mayor o menor medida, existen
situaciones de tristeza. Como he comentado en otros artículos,
psicólogos se rasgaban las vestiduras porque la comunidad médica
internacional empezaba a plantearse (y creo que lo habían
consensuado finalmente) considerar como depresión el estado de
tristeza que durara durante 6 meses o más tiempo. Esto supuso una
dura crítica por parte de los psicólogos, ya que implicaba la
evidente toma de fármacos transcurrido dicho tiempo, (con el
implícito mercado farmecéutico detrás), pero fue controvertido
especialmente porque en los años 90 parece ser que no se solía
considerar que alguien tuviera depresión a menos que la misma durara
2 años.
Sin
quitarle la razón a los psicólogos, y teniendo en cuenta conductas
patológicas que he visto en gente que he conocido, parece evidente
que ciertas conductas de una depresión leve o de una depresión
mayor en recuperación, se mejoran a través de ciertas obsesiones.
La obsesión es la canalización o vía de salida a cierta depresión,
si es que existe esa salida, pues podría más bien ser la otra cara
de la moneda, la cara "dulce", por llamarlo de alguna
manera.
En
mi opinión, la depresión (en mayor o menor medida) está provocada
por el ritmo de vida que llevamos, tal vez por tener un trabajo que
no nos gusta, o por alguna otra situación en especial que no nos
atrae. Creo que es importante destacar que pueden haber muchas
personas deprimidas jugando a othello, dado que no es un hobby quizá
muy popular, pero también reconozco que ni mucho menos deberían
suponer,-a mi juicio-, más del 10% de la población de jugadores de
othello. La idea sería comparar dicha tasa con la tasa habitual de
una población, la cual no pienso que variara sustancialmente.
Comprender las 2 mentalidades y clasificar a la población en 2
grupos macrosociales: (deprimidos/no deprimidos) sin atender a la
intensidad del hipotético trastorno, ayuda también a enteder el
movimiento poblacional de jugadores de othello y su posterior
retirada del panorama othellístico. El othello se convierte en una
parte importante de su vida, pero por alguna razón deciden dejarlo y
no volver a jugar. Jugadores que antes eran habituales, deciden
dejarlo. He pensado que en parte puede tener culpa el juego: 1- Las
derrotas en el othello por su característica de juego final
hilarante las hacen muchísimo más duras que en cualquier otro juego
de mesa. Algunos jugadores simplemente eso les provoca estrés,
haciendo que no puedan soportarlo más, y decidiendo por tanto
ignorar el juego definitivamente y 2- La característica
relativamente simple de muchas aperturas, unido al hecho de que no es
un juego muy popular ni del que se puedan ganar la vida, hace que
también sea más sencillo dejarlo. Estos 2 puntos son árduamente
comentados a lo largo del blog, por lo que no los expandiré por
ahora. Sin embargo, quizá una mejora de la situación personal de la
persona, (a más felicidad) comporta dejar el othello de lado, siendo
ya no necesario esa muleta que era el othello para hacer la vida más
alegre y llevadera. Por lo contrario, una vida ya feliz de por sí,
hace inútil el othello ya que únicamente conlleva cierto estrés y
problemas el participar en campeonatos en los que las derrotas duelen
y solo nos aportan estrés. Con esto, como he comentado, no quiero
decir que la población mundial de othello sea de tendencia más
depresiva que la normal, pero sí busco explicaciones a por qué con
los años ha perdido jugadores. Aun con todo ello, me voy a centrar
en el othello como herramienta útil para poder superar un proceso de
tristeza.
Desde
mi punto de vista, la obsesión es la manera de afrontar la
depresión. Es decir, parece muy poco probable que una persona se
obsesione en el othello si no está previamente deprimida, o tal vez
tenga cierta carencia social que desee compensar. ¿Por qué un
jugador se levanta cada día por la mañana y estudia 4 horas
aperturas? ¿por qué las restantes 12 horas las dedica a estudiar y
jugar a othello? ¿es feliz? Tal vez no, está obsesionado. Pero su
ansiedad por ganar un campeonato es lo que le hace llevar esa
conducta. Salir campeón del campeonato es su forma de compensar la
proporcionalmente enorme carencia que debe tener en su vida personal,
(empezando,-evidentemente-, por la laboral). Me niego a creer que
alguien puede ser medianamente feliz repitiendo cada día una rutina
de 16 horas de lo mismo, incluso por placentero que eso fuera. No es
casualidad que una función que (deberían) desempeñar los
departamentos de Recursos Humanos de cualquier empresa, es velar por
un reparto de tareas. Es decir, cualquier trabajo es cuanto más
pesado, si tenemos que repetir lo mismo durante 7 u 8 horas. (Aquí
me va bien mencionar aquella famosa sentencia por acoso laboral en el
que salió victoriosa una mujer que denunció a su jefe porque le
obligaba a hacer fotocopias sin sentido las 8 horas de la jornada
laboral). Tradicionalmente, trabajos relativamente pesados, han sido
compensados con buenos salarios. De nuevo, la carencia de felicidad
por repetir 8 horas al día lo mismo y el estrés que eso conllevaba,
se compensaba de alguna manera. Cuando no existe esa compensación,
somos nosotros los que la buscamos, de manera directa o indirecta.
Por lo que me niego a creer que alguien pueda ser feliz dedicando tal
ingente cantidad de horas al día al othello, (de hecho se asemejaría
muchísimo a la vida que se podría llevar en una prisión). Más
importante: ¿qué sucede cuando si después de ese trabajo dicho
jugador no consigue ganar lo que se propone? Es evidente que su
situación empeora, pasa una crisis, desaparece tal vez del panorama
del othello, pero prácticamente nadie se entera de la agonía de su
salud mental durante esa dura etapa.
La
obsesión, como he dicho, se fundamenta en un pensamiento único
durante gran parte del día, que en ocasiones y como estoy redactando
en este artículo, me refiero al othello. Es cierto a pesar de todo,
que cuando una persona está deprimida, no le apetece hacer nada. Es
característica de la depresión el no tener ganas de hacer nada,
incluso lo que habitualmente nos puede gustar. Por ello, la obsesión
es un paso más avanzado de la depresión, que como he comentado es
la "superación parcial", o al menos la sobrellevación de
esa depresión, a un terreno que nos proporciona un plus de felicidad
para compensar cierta tristeza interna. No voy a ser yo quién
invente la sublimación (para eso ya estuvo Freud), pero sus
postulaciones y por lo que he podido leer, iban encaminadas en ese
sentido, (aunque personalmente, siempre me ha parecido demasiado
simplista al enfocarlo todo desde el punto de vista sexual).
Carencias internas se compensan con actividades concentradas y
obsesivas en otros focos, hobbies quizá desatados, que equilibran la
balanza y que mientras no nos supongan estrés, nos aportan salud
mental, (y física en caso de ser un deporte). La obsesión, el
mentalizarnos con estas cosas, nos ayuda a desconectar y en ocasiones el éxito tras un duro obsesivo trabajo es hasta
visto de forma positiva socialmente. Es cuando esa obsesión se
vuelve enfermiza, cuando nos puede hacer daño y es de lo que hablaré
al concluir el artículo.
Si
nos centramos en un estado más avanzado y profundo de depresión,
esa persona tiene obsesión en sentido negativo. Es decir, si
en nuestra vida algo nos amarga o nos agovia, (por ejemplo, un mal
trabajo, aunque hay infinidad de ejemplos) nuestra obsesión será
pensar en ese mal empleo que nos perjudica nuestra calidad de vida.
El ejemplo clásico que se suele poner en este plano es el
fallecimiento de un ser querido. El pensar que ya no vamos a estar
con él o ella, que nuestra vida va a cambiar, va a hacernos en si,
la vida todavía más complicada. Este ejemplo exagerado, (pues
resulta evidente el estado de tristeza en estos casos) sirve para
comprender a la perfección como funcionan las obsesiones. No podemos
dejar de pensar en algo, y si ese algo nos hace bien, nos sentimos
bien: el enamoramiento es el clásico ejemplo. Cuando estamos
enamorados estamos pensando en esa persona especial que nos hace
feliz, y eso nos da calidad de vida y nos sentimos bien. Por lo
contrario, cuando estamos tristes, esas obsesiones nos hunden más,
haciendo que lleguemos a tener por tanto cierta depresión. Aunque
antes he aseverado que la depresión conlleva a la obsesión, en
casos extremos es al contrario, pero estoy convencido de que únicamente
en casos extremos, (fallecimientos de seres querido o hechos
traumáticos). Así que la relación en general, para el resto de
personas que no hayan experimentado un suceso traumático siempre
será de cierta depresión compensada con cierta obsesión
(positiva).
¿Cómo
salir pues de la depresión? Evidentemente cuando no tenemos ganas de
hacer nada, hay poco que hacer. Los antidepresivos no tanto ayudan a
ser feliz sino más bien reactivan la energía general del sistema
neuronal, de manera que somos más proclives a iniciar proyectos o a
hacer cosas. Suele ser aconsejable en muchos casos, tomarlos con una
combinación de ansiolíticos, puesto que esta proactividad puede
inducir a un aumento de la ansiedad, que es el otro factor que iba a
comentar. La Ansiedad, es la sensación negativa antes de un suceso,
mientras que para mi el estrés supone la sensación
negativa, después o durante ese suceso. La ansiedad no es más que
una manifestación parcial de la depresión y de la obsesión
enfermiza. Mientras no existe esa ansiedad antes de llevar a cabo
ciertas tareas, no existe obsesión,-teóricamente-, enfermiza. La
ansiedad es común diría al 99% de trastornos psiquiátricos, por lo
que como factor generalizado resulta más sencillo medicarlo de forma
genérica, y hasta catalogarlo. Sin embargo especificar el tipo de
ansiedad resulta algo mucho más complejo.
Imaginemos
de nuevo, volviendo al ejemplo del jugador de othello de 16 horas
diarias de entrenamiento. La ansiedad que debe sentir antes de jugar
ese torneo para el que lleva preparándose años de esa manera, debe
ser brutal. Dicha ansiedad apuesto que hasta le hace jugar peor el
torneo. Por último la ansiedad suele desencadenar en síntomas
psicosomáticos de todo tipo, como dolor en el pecho, dolor de
vientre, dolor de cabeza, y en general un estado enfermizo
generalizado.
Es
entonces cuando, como salida a la depresión, debemos encontrar
hobbies o cosas que nos hagan pensar de forma positiva. Actividades
que hagan entretenernos con algo que nos mantenga ocupados. Por ello
el primer paso quizá es solicitar la baja laboral si ese trabajo nos
está amargando la existencia. A continuación, buscar quizá
actividades que nos permitan tener la cabeza ocupada está bien, y el
othello es una de ellas.
Conseguimos
estar distraídos, pues es muy difícil pensar en algo negativo
mientras estamos en plena partida de othello. Dejamos de pensar en lo
que nos apena y disfrutamos del juego. El othello sirve pues, como
apoyo para salir del hoyo. Pero tenemos otro problema: ¿vamos ahora
a estar todo el día obsesionados con el othello?
Si
para no estar deprimidos u obsesionados jugamos a othello pero nos
obsesionamos con el juego, realmente no estamos logrando gran cosa. A
nivel personal, me ha pasado estar jugando demasiadas horas al día
(quizá 8), por lo que así fue como empecé a limitar las partidas.
Habitualmente, juego 5 partidas al día como máximo, (si son
rápidas). Supongamos que esas 5 partidas tengo calculado que las
completo en una hora. El inconveniente que tiene esto es que me puede
apetecer jugar más. Es difícil establecer una cantidad de horas de
saciedad al jugar a un juego, ya que depende de otros factores como
el aburrimiento. Si jugamos una cantidad de horas o realizamos una
cantidad de horas efectivas a algo pero para no obsesionarnos lo
limitamos, realmente no conseguimos gran cosa si durante el resto del
día hacemos otras cosas pero estamos pensando (obsesionados) en
dicha actividad. Hay sistemas para remediar esto que ahora comentaré,
pero en general, limitar el tiempo al que estamos dedicando a una
cosa a la que nos es difícil resistirnos (por ejemplo jugar muchas
partidas de othello) es algo útil y que a la larga puede ayudarnos a
no estar obsesionados con ello. En un estado depresivo, motiva el
pensar que al día siguiente tienes otra sesión de juego, por lo que
te despiertas con ánimo de hacer algo divertido ese día.
Aquí
la clave es tener diversos hobbies. Es decir, el othello por sí
solo, sería un problema como solución única a un estado depresivo.
El hecho en cambio de tener una diversidad de tareas
agradables, es lo que hace no solo salir de la depresión sino hacer
la vida más llevadera al 100% de la gente. Como he comentado
anteriormente, si estamos jugando demasiadas horas al othello,
seguramente nos terminaríamos aburriendo, y no sería tan divertido
como jugar menos. En cambio, jugar o hacer otras actividades,
potenciará nuestro ánimo a positivo, de manera que cuando
terminemos del othello, nos puede tocar ir al gimnasio, y cuando
terminemos del gimnasio, nos puede tocar ver un partido de fútbol.
En definitiva: el estado depresivo se lleva con estas actividades que
te hacen la vida soportable o más feliz. No es algo innovador, pero
permite establecer un nexo más preciso entre lo que comentaba al
principio.
La
Depresión pues, motivada por quizá un ritmo de vida desagradable,
un mal empleo o cualquier otra circunstancia, provoca una ansiedad
que se fundamenta en la posterior tristeza tras realizar ciertas
actividades. Es decir, la ansiedad es en la mayoría de casos la
manifestación clínica de la depresión. Una ansiedad exacerbada se
puede deber a que tal vez asociamos un campeonato de othello a un día
en el que podemos perder juegos y eso nos va a poner tristes, como me
han comentado que les sucede a algunos jugadores, motivo por el cual
directamente no juegan campeonatos. Otro ejemplo, a nivel personal me
han hecho cosas desagradables en varios campeonatos en los que he
jugado, (eso me lleva a pensar por qué no juegan tantos jugadores a
othello) dado que no hay reglas o las reglas las aplican de forma
mafiosa para beneficiar a sus amigos. Eso es injusto y las
injusticias causan tristeza, no solo a mi. Así que he llegado
también en pensar en no participar y jugar online, como hacen muchos
jugadores. Pero, ¿voy a dejar que los que no saben organizar un
torneo con reglas estrictas eliminen el othello? Motivo de debate en
otro artículo puede ser este tema. Si nos gusta jugar, pienso que
debemos hacerlo, aunque ciertos jugadores pueden pensar que sin unas
reglas limpias prefieren no jugar.
Así
se cierra el círculo: la depresión conlleva ansiedad previa a
actividades que nos pueden originar cierta tristeza. El estrés, es
la ansiedad posterior o durante la realización de dichas
actividades. Su manifestación en torneos de othello es evidente,
motivo por el cual jugadores a los que quizá no les provoca ansiedad
jugarlos (no están deprimidos) también podrían potencialmente
rechazar jugar torneos de othello porque ello les provoca cierto
estrés.
Realizar
una diversidad de actividades ayuda a restarle importancia al
othello, y a enfocar los torneos como un día sin importancia en el
que debemos darle más énfasis al disfrutar. Es difícil decirlo,
porque en un torneo de othello se están muchas horas jugando, pero
aun así, creo que es importante tener otras actividades en la vida a
parte del othello, que nos permitan desconectar y no darle tanta
importancia a un campeonato de othello, sino más bien utilizarlo
controladamente para ser más felices.