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viernes, 31 de agosto de 2018

La obsesión y el othello - Parte IV

Desde que leí la célebre frase de un mítico y gran jugador de othello: "el othello es obsesión", he confirmado a través de dicha frase y de repasar algunos de los modos de vida de grandes jugadores, para darme cuenta de que, si bien el othello puede no llegar a ser una obsesión, sí puede existir cierta relación causal más bien sostenida en el modo de vida de la sociedad moderna. Las nuevas tecnologías han transformado la sociedad, y en el caso del othello lo han dado a conocer pero han supuesto una contradicción permanente entre lo que es el juego online respecto del presencial. Online podemos jugar una partida en un minuto sin necesidad de mover, lo cual lo hace bastante cómodo dada la estructura esencial del volteo de fichas del juego. Su atractivo visual lo hace un juego también especial, y viendo que según podemos leer por internet sus combinaciones de juego posibles son casi las mitad que las del ajedrez, (10 elevado a 52), no es un juego tan simple como algunos detractores ajedrecistas han podido afirmar en algún momento. (Es lo que tiene intentar fomentar el othello entre la comunidad de ajedrez, le sacan pegas). Pero; ¿causa el othello la obsesión? Mi opinión es NO, mi opinión es que la obsesión es causada por un estado mental latente esencialmente depresivo. Bienvenidos a la tercera parte del Othello y la Obsesión.

A lo largo de este artículo (o series de artículos) voy a tratar de enlazar las conexiones entre 4 estados mentales negativos. Los podemos llamar por sus siglas DAEO. Depresión, Ansiedad, Estrés y Obsesión. ¿Qué provoca la obsesión? ¿Qué provoca la depresión? ¿Qué provoca el estrés? ¿Qué provoca la Ansiedad? Lecturas de páginas web psiquiátricas y psicológicas me han ayudado a formarme una ligera idea al respecto. Estas son algunas de mis conclusiones.

Psiquiátricamente y con ánimo de simplificar las cosas, podríamos reducir casi cualquier enfermedad mental al nivel de depresión. Por ejemplo, una obsesión causada por un trastorno psicótico, podría tener su fundamento en una depresión subyacente y por tanto no aparente. Tal vez debemos preguntarnos, en caso de que la vida de dichas personas fuera "perfecta", (por ejemplo, aunque es bastante burdo, imaginemos que les toca la lotería y tienen la vida solucionada), si tendrían en ese caso problemas mentales, si estarían deprimidos o tendrían brotes psicóticos. Lo cierto es que la depresión en casi todas sus facetas revela carencias latentes personales en ciertas personas. Pero sobre todo, se ha demostrado que en la mayoría de casos de brotes psicóticos, han sido ocasionados posteriormente tras una situación de estrés. Pongo por ejemplo los brotes psicóticos, como uno de los trastornos más graves que pueden existir, pero podríamos estar hablando de cualquier otra conducta insana mentalmente, y en la mayoría de casos las manifestaciones clínicas se producen tras estar el individuo sujeto a situaciones graves de estrés.

Se ha demostrado hace poco también, que el cerebro humano tiene un límite respecto del estrés que puede llegar a soportar. Superado ese límite, el cerebro busca de manera natural e inconsciente cierta escapatoria, ya bien sea a través del desmayo, en casos repentinos y terriblemente graves el suicidio, o en la mayoría de casos cuando ese estrés no es muy traumático pero sí es influcienciado repetidamente durante el tiempo, en enfermedades mentales asociadas a la depresión. (No voy a entrar en debatir por ahora en este artículo sobre aspectos congénitos, ya que no creo que sea algo que se pueda evitar por lo que no lo considero relevante). Se podría interpretar, por tanto, que el estrés a largo plazo provoca efectos negativos para la salud mental. En resumen: el estrés por un acontecimiento catastrófico en un único día provoca un estado depresivo constante y evidente, pero el reto es detectar ese estado depresivo subyacente cuando ese estrés al que nos vemos sometidos se mantiene de forma regular durante el tiempo. Aquí hay 3 claves a destacar: 1-Infancia. Como acabo de comentar, el cerebro humano tiene un límite general de situaciones estresables soportables, si alguien antes de llegar a la edad adulta ha estado sometido a estas situaciones, es evidente que de adulto tendrá menos aguante y será muchos más vulnerable, 2- Quizá debido a lo primero, el cómo se enfrenta uno a las situaciones de estrés, influyen considerablemente en el efecto que éste tendrá en su salud mental. Algunas opiniones postulan que la capacidad de aguante y de enfrentarse a estos problemas es sustancialmente igual en todas las personas (dado que el cerebro también lo es, en general por ejemplo a todos nos provoca felicidad o placer las mismas cosas, por lo que es lógico que también nos causen tristeza o desasosiego las mismas), de manera que los únicos factores diferenciales serían la educación dada, las posibles escapatorias sociales, la inteligencia (que de nuevo depende de la educación), el tiempo de sometimiento al estrés y el entorno familiar y social. Y 3- Situaciones de estrés separadas durante suficiente tiempo permiten una situación menos grave de la posible dolencia. De alguna manera al menos lo que entiendo es que la lesión mental se asimilaría a una lesión física, por lo que transcurrido un plazo de tiempo, dicha lesión mental se curaría, a pesar de que subsistiría la cicatriz. Otros factores que influyen sin duda son las drogas, (el alcohol por ejemplo es una droga considerada depresiva), en general sustancias que alteren la base neuronal (estupefacientes, drogas ilegales, etc), afectan de manera multiplicativa a todos los posibles efectos negativos de la depresión.

De aquí podemos deducir que ciertas condiciones de trabajo pueden ser negativas para la salud, como se ha probado. Jornadas laborales de más de 12 horas, con un trabajo constante y continuado, conllevan lógicas consecuencias negativas para la salud. El estrés puede llegar antes que la depresión, pero en mi opinión la depresión va incluso por delante. Si bien el estrés constante puede desencadenarla, la situación de tristeza interior catapulta definitivamente el estrés. De nuevo por poner un ejemplo: Si tenemos una jornada laboral de 12 horas pero en las demás facetas de la vida nos va bien, (somos felices) es muy poco probable que se desencadene una situación depresiva. En mayor o menor medida, existen situaciones de tristeza. Como he comentado en otros artículos, psicólogos se rasgaban las vestiduras porque la comunidad médica internacional empezaba a plantearse (y creo que lo habían consensuado finalmente) considerar como depresión el estado de tristeza que durara durante 6 meses o más tiempo. Esto supuso una dura crítica por parte de los psicólogos, ya que implicaba la evidente toma de fármacos transcurrido dicho tiempo, (con el implícito mercado farmecéutico detrás), pero fue controvertido especialmente porque en los años 90 parece ser que no se solía considerar que alguien tuviera depresión a menos que la misma durara 2 años.

Sin quitarle la razón a los psicólogos, y teniendo en cuenta conductas patológicas que he visto en gente que he conocido, parece evidente que ciertas conductas de una depresión leve o de una depresión mayor en recuperación, se mejoran a través de ciertas obsesiones. La obsesión es la canalización o vía de salida a cierta depresión, si es que existe esa salida, pues podría más bien ser la otra cara de la moneda, la cara "dulce", por llamarlo de alguna manera.

En mi opinión, la depresión (en mayor o menor medida) está provocada por el ritmo de vida que llevamos, tal vez por tener un trabajo que no nos gusta, o por alguna otra situación en especial que no nos atrae. Creo que es importante destacar que pueden haber muchas personas deprimidas jugando a othello, dado que no es un hobby quizá muy popular, pero también reconozco que ni mucho menos deberían suponer,-a mi juicio-, más del 10% de la población de jugadores de othello. La idea sería comparar dicha tasa con la tasa habitual de una población, la cual no pienso que variara sustancialmente. Comprender las 2 mentalidades y clasificar a la población en 2 grupos macrosociales: (deprimidos/no deprimidos) sin atender a la intensidad del hipotético trastorno, ayuda también a enteder el movimiento poblacional de jugadores de othello y su posterior retirada del panorama othellístico. El othello se convierte en una parte importante de su vida, pero por alguna razón deciden dejarlo y no volver a jugar. Jugadores que antes eran habituales, deciden dejarlo. He pensado que en parte puede tener culpa el juego: 1- Las derrotas en el othello por su característica de juego final hilarante las hacen muchísimo más duras que en cualquier otro juego de mesa. Algunos jugadores simplemente eso les provoca estrés, haciendo que no puedan soportarlo más, y decidiendo por tanto ignorar el juego definitivamente y 2- La característica relativamente simple de muchas aperturas, unido al hecho de que no es un juego muy popular ni del que se puedan ganar la vida, hace que también sea más sencillo dejarlo. Estos 2 puntos son árduamente comentados a lo largo del blog, por lo que no los expandiré por ahora. Sin embargo, quizá una mejora de la situación personal de la persona, (a más felicidad) comporta dejar el othello de lado, siendo ya no necesario esa muleta que era el othello para hacer la vida más alegre y llevadera. Por lo contrario, una vida ya feliz de por sí, hace inútil el othello ya que únicamente conlleva cierto estrés y problemas el participar en campeonatos en los que las derrotas duelen y solo nos aportan estrés. Con esto, como he comentado, no quiero decir que la población mundial de othello sea de tendencia más depresiva que la normal, pero sí busco explicaciones a por qué con los años ha perdido jugadores. Aun con todo ello, me voy a centrar en el othello como herramienta útil para poder superar un proceso de tristeza.

Desde mi punto de vista, la obsesión es la manera de afrontar la depresión. Es decir, parece muy poco probable que una persona se obsesione en el othello si no está previamente deprimida, o tal vez tenga cierta carencia social que desee compensar. ¿Por qué un jugador se levanta cada día por la mañana y estudia 4 horas aperturas? ¿por qué las restantes 12 horas las dedica a estudiar y jugar a othello? ¿es feliz? Tal vez no, está obsesionado. Pero su ansiedad por ganar un campeonato es lo que le hace llevar esa conducta. Salir campeón del campeonato es su forma de compensar la proporcionalmente enorme carencia que debe tener en su vida personal, (empezando,-evidentemente-, por la laboral). Me niego a creer que alguien puede ser medianamente feliz repitiendo cada día una rutina de 16 horas de lo mismo, incluso por placentero que eso fuera. No es casualidad que una función que (deberían) desempeñar los departamentos de Recursos Humanos de cualquier empresa, es velar por un reparto de tareas. Es decir, cualquier trabajo es cuanto más pesado, si tenemos que repetir lo mismo durante 7 u 8 horas. (Aquí me va bien mencionar aquella famosa sentencia por acoso laboral en el que salió victoriosa una mujer que denunció a su jefe porque le obligaba a hacer fotocopias sin sentido las 8 horas de la jornada laboral). Tradicionalmente, trabajos relativamente pesados, han sido compensados con buenos salarios. De nuevo, la carencia de felicidad por repetir 8 horas al día lo mismo y el estrés que eso conllevaba, se compensaba de alguna manera. Cuando no existe esa compensación, somos nosotros los que la buscamos, de manera directa o indirecta. Por lo que me niego a creer que alguien pueda ser feliz dedicando tal ingente cantidad de horas al día al othello, (de hecho se asemejaría muchísimo a la vida que se podría llevar en una prisión). Más importante: ¿qué sucede cuando si después de ese trabajo dicho jugador no consigue ganar lo que se propone? Es evidente que su situación empeora, pasa una crisis, desaparece tal vez del panorama del othello, pero prácticamente nadie se entera de la agonía de su salud mental durante esa dura etapa.

La obsesión, como he dicho, se fundamenta en un pensamiento único durante gran parte del día, que en ocasiones y como estoy redactando en este artículo, me refiero al othello. Es cierto a pesar de todo, que cuando una persona está deprimida, no le apetece hacer nada. Es característica de la depresión el no tener ganas de hacer nada, incluso lo que habitualmente nos puede gustar. Por ello, la obsesión es un paso más avanzado de la depresión, que como he comentado es la "superación parcial", o al menos la sobrellevación de esa depresión, a un terreno que nos proporciona un plus de felicidad para compensar cierta tristeza interna. No voy a ser yo quién invente la sublimación (para eso ya estuvo Freud), pero sus postulaciones y por lo que he podido leer, iban encaminadas en ese sentido, (aunque personalmente, siempre me ha parecido demasiado simplista al enfocarlo todo desde el punto de vista sexual). Carencias internas se compensan con actividades concentradas y obsesivas en otros focos, hobbies quizá desatados, que equilibran la balanza y que mientras no nos supongan estrés, nos aportan salud mental, (y física en caso de ser un deporte). La obsesión, el mentalizarnos con estas cosas, nos ayuda a desconectar y en ocasiones el éxito tras un duro obsesivo trabajo es hasta visto de forma positiva socialmente. Es cuando esa obsesión se vuelve enfermiza, cuando nos puede hacer daño y es de lo que hablaré al concluir el artículo.

Si nos centramos en un estado más avanzado y profundo de depresión, esa persona tiene obsesión en sentido negativo. Es decir, si en nuestra vida algo nos amarga o nos agovia, (por ejemplo, un mal trabajo, aunque hay infinidad de ejemplos) nuestra obsesión será pensar en ese mal empleo que nos perjudica nuestra calidad de vida. El ejemplo clásico que se suele poner en este plano es el fallecimiento de un ser querido. El pensar que ya no vamos a estar con él o ella, que nuestra vida va a cambiar, va a hacernos en si, la vida todavía más complicada. Este ejemplo exagerado, (pues resulta evidente el estado de tristeza en estos casos) sirve para comprender a la perfección como funcionan las obsesiones. No podemos dejar de pensar en algo, y si ese algo nos hace bien, nos sentimos bien: el enamoramiento es el clásico ejemplo. Cuando estamos enamorados estamos pensando en esa persona especial que nos hace feliz, y eso nos da calidad de vida y nos sentimos bien. Por lo contrario, cuando estamos tristes, esas obsesiones nos hunden más, haciendo que lleguemos a tener por tanto cierta depresión. Aunque antes he aseverado que la depresión conlleva a la obsesión, en casos extremos es al contrario, pero estoy convencido de que únicamente en casos extremos, (fallecimientos de seres querido o hechos traumáticos). Así que la relación en general, para el resto de personas que no hayan experimentado un suceso traumático siempre será de cierta depresión compensada con cierta obsesión (positiva).

¿Cómo salir pues de la depresión? Evidentemente cuando no tenemos ganas de hacer nada, hay poco que hacer. Los antidepresivos no tanto ayudan a ser feliz sino más bien reactivan la energía general del sistema neuronal, de manera que somos más proclives a iniciar proyectos o a hacer cosas. Suele ser aconsejable en muchos casos, tomarlos con una combinación de ansiolíticos, puesto que esta proactividad puede inducir a un aumento de la ansiedad, que es el otro factor que iba a comentar. La Ansiedad, es la sensación negativa antes de un suceso, mientras que para mi el estrés supone la sensación negativa, después o durante ese suceso. La ansiedad no es más que una manifestación parcial de la depresión y de la obsesión enfermiza. Mientras no existe esa ansiedad antes de llevar a cabo ciertas tareas, no existe obsesión,-teóricamente-, enfermiza. La ansiedad es común diría al 99% de trastornos psiquiátricos, por lo que como factor generalizado resulta más sencillo medicarlo de forma genérica, y hasta catalogarlo. Sin embargo especificar el tipo de ansiedad resulta algo mucho más complejo.

Imaginemos de nuevo, volviendo al ejemplo del jugador de othello de 16 horas diarias de entrenamiento. La ansiedad que debe sentir antes de jugar ese torneo para el que lleva preparándose años de esa manera, debe ser brutal. Dicha ansiedad apuesto que hasta le hace jugar peor el torneo. Por último la ansiedad suele desencadenar en síntomas psicosomáticos de todo tipo, como dolor en el pecho, dolor de vientre, dolor de cabeza, y en general un estado enfermizo generalizado.

Es entonces cuando, como salida a la depresión, debemos encontrar hobbies o cosas que nos hagan pensar de forma positiva. Actividades que hagan entretenernos con algo que nos mantenga ocupados. Por ello el primer paso quizá es solicitar la baja laboral si ese trabajo nos está amargando la existencia. A continuación, buscar quizá actividades que nos permitan tener la cabeza ocupada está bien, y el othello es una de ellas.

Conseguimos estar distraídos, pues es muy difícil pensar en algo negativo mientras estamos en plena partida de othello. Dejamos de pensar en lo que nos apena y disfrutamos del juego. El othello sirve pues, como apoyo para salir del hoyo. Pero tenemos otro problema: ¿vamos ahora a estar todo el día obsesionados con el othello?

Si para no estar deprimidos u obsesionados jugamos a othello pero nos obsesionamos con el juego, realmente no estamos logrando gran cosa. A nivel personal, me ha pasado estar jugando demasiadas horas al día (quizá 8), por lo que así fue como empecé a limitar las partidas. Habitualmente, juego 5 partidas al día como máximo, (si son rápidas). Supongamos que esas 5 partidas tengo calculado que las completo en una hora. El inconveniente que tiene esto es que me puede apetecer jugar más. Es difícil establecer una cantidad de horas de saciedad al jugar a un juego, ya que depende de otros factores como el aburrimiento. Si jugamos una cantidad de horas o realizamos una cantidad de horas efectivas a algo pero para no obsesionarnos lo limitamos, realmente no conseguimos gran cosa si durante el resto del día hacemos otras cosas pero estamos pensando (obsesionados) en dicha actividad. Hay sistemas para remediar esto que ahora comentaré, pero en general, limitar el tiempo al que estamos dedicando a una cosa a la que nos es difícil resistirnos (por ejemplo jugar muchas partidas de othello) es algo útil y que a la larga puede ayudarnos a no estar obsesionados con ello. En un estado depresivo, motiva el pensar que al día siguiente tienes otra sesión de juego, por lo que te despiertas con ánimo de hacer algo divertido ese día.

Aquí la clave es tener diversos hobbies. Es decir, el othello por sí solo, sería un problema como solución única a un estado depresivo. El hecho en cambio de tener una diversidad de tareas agradables, es lo que hace no solo salir de la depresión sino hacer la vida más llevadera al 100% de la gente. Como he comentado anteriormente, si estamos jugando demasiadas horas al othello, seguramente nos terminaríamos aburriendo, y no sería tan divertido como jugar menos. En cambio, jugar o hacer otras actividades, potenciará nuestro ánimo a positivo, de manera que cuando terminemos del othello, nos puede tocar ir al gimnasio, y cuando terminemos del gimnasio, nos puede tocar ver un partido de fútbol. En definitiva: el estado depresivo se lleva con estas actividades que te hacen la vida soportable o más feliz. No es algo innovador, pero permite establecer un nexo más preciso entre lo que comentaba al principio.

La Depresión pues, motivada por quizá un ritmo de vida desagradable, un mal empleo o cualquier otra circunstancia, provoca una ansiedad que se fundamenta en la posterior tristeza tras realizar ciertas actividades. Es decir, la ansiedad es en la mayoría de casos la manifestación clínica de la depresión. Una ansiedad exacerbada se puede deber a que tal vez asociamos un campeonato de othello a un día en el que podemos perder juegos y eso nos va a poner tristes, como me han comentado que les sucede a algunos jugadores, motivo por el cual directamente no juegan campeonatos. Otro ejemplo, a nivel personal me han hecho cosas desagradables en varios campeonatos en los que he jugado, (eso me lleva a pensar por qué no juegan tantos jugadores a othello) dado que no hay reglas o las reglas las aplican de forma mafiosa para beneficiar a sus amigos. Eso es injusto y las injusticias causan tristeza, no solo a mi. Así que he llegado también en pensar en no participar y jugar online, como hacen muchos jugadores. Pero, ¿voy a dejar que los que no saben organizar un torneo con reglas estrictas eliminen el othello? Motivo de debate en otro artículo puede ser este tema. Si nos gusta jugar, pienso que debemos hacerlo, aunque ciertos jugadores pueden pensar que sin unas reglas limpias prefieren no jugar.

Así se cierra el círculo: la depresión conlleva ansiedad previa a actividades que nos pueden originar cierta tristeza. El estrés, es la ansiedad posterior o durante la realización de dichas actividades. Su manifestación en torneos de othello es evidente, motivo por el cual jugadores a los que quizá no les provoca ansiedad jugarlos (no están deprimidos) también podrían potencialmente rechazar jugar torneos de othello porque ello les provoca cierto estrés.

Realizar una diversidad de actividades ayuda a restarle importancia al othello, y a enfocar los torneos como un día sin importancia en el que debemos darle más énfasis al disfrutar. Es difícil decirlo, porque en un torneo de othello se están muchas horas jugando, pero aun así, creo que es importante tener otras actividades en la vida a parte del othello, que nos permitan desconectar y no darle tanta importancia a un campeonato de othello, sino más bien utilizarlo controladamente para ser más felices.

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